El piano

El piano con ella se siente compartido.
“Con el piano es full romantico todo. El piano es amigo. El piano, no se, como que el piano siempre pienso es un espacio full de seguridad para mí. Y creo que ni siquiera es porque toco, porque he estudiado, o lo que quieras, me cachas, pero creo que el piano me acompañó en épocas super duras, así, super importantes. Y claro, a la final como que yo era super hermética a todo, como que no quería nada y estaba el pianito ahí como amigo. Si le extraño full a mi pianito ronco de Quito, vayan a verle a ver si está bien, pobrecito. Si es chistoso, no, pero a la final uno si termina hablándole al instrumento: ¿así como que oye estas bien? ¿Cómo has pasado?


Hace tres meses en mi diario escribí esto:
Extrañarte harto.
Querer abrir los ojos y que ese contorno vuelva a ser el final de mi cama o el que me desvía de la cocina y se vuelve lugar de espera hasta que todo huele a café.
Extrañar mirarte,
sentarme en la banca incómoda y que no exista nada más.
Extrañar el objeto,
la presencia silente del otro.
Llevo 5 meses sin tocarlo ni verlo. Es el primer duelo que vivo sin él y aunque en la casa en la que vivo hay uno, no toco, no es lo mismo. “Acá yo recuperé un piano -como la gente acá bota full cosas,- para tenerle acá. Y dije, si me hace falta el piano, si me hacen falta las cosas. Y de una, pero era distinto. Era, bueno ya le voy a afinar, pero me dijeron chuta aguanta una afinación y ya. Y se desafinó de una, y como que si perdí el interés de una, me cachas, fue focazo. Y fue super chistoso porque pasé de este espacio full amplio de decir: el piano es solo de palo, yo no voy a tocar nada que no sea de palo, a chuta, terminar destruyendo el piano con la sierra, destruyendole el piano, ¿me cachas?!. Con el martillo y las cosas, y es como suena super agresivo, pero a la final te dices ya, ya no funcionaba el instrumento en si, solo iba a ser espacio, a ser una presencia que tal vez ni siquiera quería tenerla, que no…y fue súper chistoso verme en una situación, serruchando un piano, ¿me cachas? La relación con el piano es super especial, pero full más con mi piano. Al final, es cachar que el instrumento es una”.
Quito la mirada de la pantalla y busco inconscientemente la pausa en mi trozo de montaña. La lluvia recorre el borde de la ventana que ahora es puerta de vidrio abierta. Me detengo en mi nuevo cuarto de paredes blancas, ventanales, techo de madera y piso de cemento lacado- de esos que están de moda-. Voy meses sin tocar, tengo cuadros apoyados en muebles que todavía no me atrevo a colgarlos, la ropa encogida a un calzón y mi bata japonesa de cerezos. Y me veo sentada escribiendo sin la urgencia del cuerpo, sin el aire atravesado, con una taza de café, una vela prendida y un palo santo. Escuchando a escucharme, ingresando a la espacialidad que me penetra, que se abre en mí y en torno a mí, desde y hacia a mí, abierta desde afuera y desde dentro, dejando que el sonido de la neblina, los pájaros, las cigarras, y el eco de la tecnocumbia llenen el contorno de hoja que se vuelve pausa eterna, como la cordillera de montañas que me atrapa en esta olla y me hace no querer volver más a Quito, a dejar salir las corrientes de viento que se encuentran en este valle buscando mi cuerpo de montaña con piel de coco y sol en la vagina. Queriendo volver la palabra sonido, como hacer sonar instrumentos como sintetizadores, como dice ella, mirando como “el mismo instrumento te puede dar más posibilidades del mismo sonido, en función de donde te paras, desde donde lo veas”.
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