El Cuerpo

El cuerpo que crea
Texto por Isadora Ponce
“the sound body: a resonant body that is porous, that transforms according to the vibration of its environment and correspondly transforms that environment”
Debora Kapchan
“el cuerpo guarda memoria, el cuerpo cacha, el cuerpo cacha más de lo que uno piensa”.
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Su cuerpo en el mundo musical quiteño

Las inseguridades

Su cuerpo en la música
Su Historia
“Cuando entré en el conservatorio tenía este profe que me acuerdo se llamaba Antonio Carbonell, pero es que me acuerdo clarito que era bravísimo. Y me cambiaron justo con una profe mujer que era super mas tranqui, full más flexible y todo, y era como me gustaba ir a clases, así, me sentía segura. De ahí, bueno, dejé y me cambié de conservatorio, y cuando llegue al Mozarte como que entré igual así con una profe mujer, y de ahí audicioné para entrar con otra profe mujer que era bravísima, así como que me hacía llorar full en clases, rusa la man, ¿no? Entonces yo era como: “no, es que no alcance a dormir”, así, y la man: “no, no me hagas perder mi tiempo”, así. Y yo “¡ay!, perdón, yo sí traté de estudiar”, “es que a mi no me sirve que trates”. Y yo así “ahhh”. Pero fue super chevere, así como fue super agresivo, como que me hizo dar un salto así como súper importante también, ¿cachas? Y fue el momento en el que, qué sé yo, descubría de que habían full intérpretes tocando los mismo temas, ¿cachas?, que buscaba “Preludio de Rachmaninoff” y encontraba full gente así como tocando los mismos preludios, y yo era como “Woooow, como que hay full versiones de todo”.
Y ahí creo que empezó como que también la búsqueda propia, ¿cachas?. Era chévere porque la man también me decía: “busca tres versiones que te gusten y vienes y me dices por qué te gustan”, así, ¿cachas?. Entonces eso era chevere de las clases también. Y aunque fue violento, si como que me enseñó montonsísimo. Pero siempre fue como que esta cosa, así como que de full profe, full jerárquico.
De ahí entré a la U, y ya tenía como estos dos profesores, como piano jazz, así como hablando del instrumento: piano jazz y piano como académico, digamos clásico, y como que mi profe de piano clásico era mujer. Y ajá, fue conflictiva la relación. Hubo una época en la que eramos super amigas y después como nos peleamos full, ¿me cachas? Nos peleamos full a tal punto en el que me anularon las clases un semestre entero con ella, o sea como que el decano me dijo “ya bueno, entonces no vas a clases pero vienes y me das a mi el examen final”, y yo como “ah, si”.
Osea, fue horrible, de verdad fue un drama, y después ya me faltaba creo que un semestre para graduarme de eso, y como que fue turro así. Si me quedé medio triste. Pero después como que, no sé, encontrarme así como con la Gaby, la Pame, la Marce, con todas estas mujeres como de otro aire, así como totalmente distinto a la música, ha sido como bien bonito, como bien bonita la relación, la dinámica, como el querernos, no sé. Y ha sido chevere, chevere el compartir como desde el ser mujeres y desde el hacer, ¿me cachas?. Así como para “atentados” era chistosísimo porque éramos como un grupo de 15 personas, y siquiera como 12 éramos mujeres, ¿me cachas? Entonces era como, sí era todo así, super más intenso y todo, pero era hermosísimo, así. Y claro, también como para mí era súper nuevo trabajar en estos lugares llenos de mujeres, y todo. Fue lindazo, sí fue cheverazo, cheverazo.”
Mujeres como portales: el quiebre en la la creación
“Creo que los referentes mujeres son más del lado de la experimentación para mí, y es chévere, me encanta porque todas son super densas, me cachas.”
Hay encuentros que quiebran. Inundan. Ahogan. Te atraviesan y crece como enredadera y musgo, florecen ojos de granadilla. Golpean los oídos y hacen que el gozo empiece a engranarse. “Dos proyectos que sí fueron, así como, super importantes para mí, fueron este de la Gaby Ponce y el de la Marce Correa, pero más creo que el de la Gaby porque fue como que el primer momento en que tuve este cambio, así como que de música a como teatro.” No puedo dejar de sonreír mientras habla. Sentir el cambio de la temperatura en el cuerpo, la resonancia en la piel que me hace acariciarme los vellos del brazo. Volver a traer la sensación de la primera clase del taller de escritura de la Daniela Alcivar, que fue también mi primer cambio del sonido a la palabra: lava sobre el cuerpo. Roja, como los cachetes de la Dani, con un contorno que destella, que te atrapa, que pasan dos horas y quieres seguir escuchándola porque el tiempo se detuvo, o más bien dicho, la disgregación de la materia se siente en su movimiento. Tomar aperol o negroni, morder el trozo de naranja deshidratada. Invitarle a cenar a la casa. Cocinarle. Hablar de huevadas, de la vida, de lo que sea. Agradecerle, y mucho, así como se siente en el tono de ella cuando habla de la Gabriela, la Marcela, la Pame Jijón y todas esas mujeres que le atraviesan y le dieron ese “chance así como para tener un espacio en el que yo pueda sentirme tranqui, chuta, de jalarme, de probar, de probar de nuevo, de como demorarme, escuchar, todo, ¿me cachas?. Un espacio afectivo, invitada por esa presencia de las otras a “ir cachando solita desde ese lugar, así como sin que me digan “bueno, así se va a tocar”, ni se que, ni se que […] un espacio en el que nadie me decía está bien o está mal, entonces fue super bonito”. Sentirte río y ver como en la generosidad del compartir y compartirse las corrientes se encausan y brotan.
Encuentros artísticos que quiebran y se vuelven vínculo afectivo que cambian la mirada sobre el cuerpo, que le dan espacio para que el sonido encuentre otras formas, que abren diálogo entre lenguajes, bordes, gozo, otra forma de mirarse y sentir la composición. Diálogos con una misma, con tus prácticas y con otras que te van dejando nuevos puntos para mirar continuidades y trazar contornos.
“Creo que como intérprete, digamos como intérprete de partitura en la música clásica, estas no solamente dialogando como con el instrumento, sino también con una partitura, con el espacio donde estas haciendo eso, con la gente que está en el espacio. Y creo que como intérprete, o como no sé performer, es lo que haces, nunca está en juego como una cosa, sino como una multiplicidad de cosas al mismo tiempo. Y creo que es también justo esto de la interpretación, es como no solamente está en juego el texto, sino como todas estas cosas que están como construyéndose alrededor de ese texto que te permiten tener como estas pistas de, de hacia donde tal vez puedan ir las cosas, puedan funcionar, ¿me entiendes?…en el teatro lo que nos permitió hacer eso fue un montón como que ese trabajo colectivo: desde dónde estamos entendiendo todos eso, y de alguna manera compartiendo tanto tiempo y tantas ideas, es como tiene que pasar que las cosas van como engranando. Igual con la danza”.
Otra particularidad de sus encuentros con estas mujeres y sus quehaceres, que se nota cambia completamente su mirada sobre su práctica, es sentirse en comunidad. La comunidad para crear, que a la vez se recrea mientras todxs crean.
“Me sentí diferente porque es otra comunidad, ¿me cachas? Osea, ya por definición es como que son un colectivo. Ehhhmmm, igual creo que si fue bacán también como trabajar desde atrás, ¿me cachas? como para mi si fue bacán, así como yo no quiero estar en escena, ¿me cachas?. Yo quiero estar, yo encantada hago como que toda la música, me encanta hacer esto, pero me gusta como no estar en medio de la escena, ¿cachas? Y no es porque no me guste pararme en un escenario, ¿me cachas? Como si me gusta, si me gusta como que estar y sentir, y como no sé, es ricazo, pero si fue en un momento en el que sí quería no estar en escena, ¿me cachas?. Como que en un punto me dije, no sé, o sea las cosas, o sea mi lucha, ¿me cachas? es así como, mi lucha es más desde yo el hacer, no desde hablar. Para mí es como desde el hacer lo que yo hago, lo que puedo hacer. Y claro, así como el estar atrás sí me dio full chance de hacer eso. Estar igual atrás como con la Marce y los Tal Vez si me dio full chance de hacer eso, a pesar de que la puesta en escena de la parte musical era gigantesca, ¿me cachas? Y fue una bestia, pero nunca estuvimos en el medio de, nunca fuimos el centro de, cacha, sino como fuimos en conjunto, y también es como sentirse que somos un conjunto, ¿cachas? Una cosa es como decirse: sí somos un conjunto, somos un grupo de música -si, chévere, chévere, pero igual las dinámicas entre músicos no es tan fácil, ¿me cachas? […] Ser parte de los Mitómana o ser parte de los Tal Vez, de verdad me sentía parte de. Todos de tal manera éramos un equipo. En cambio, cuando tocaba en grupo si era más de, bueno, estoy viniendo a tocar al grupo, ¿me cachas? .
Pienso en la importancia de sentir esa proximidad cuando creas en colectivo, de ir creando intimidad para que la diferencia de registros nunca violente el cuerpo del otre. De poner al afecto como la estructura de todos nuestros lenguajes. De que esa pulsión de deseo se potencie. De sentirse sostenida. De lo que siento con les InConcertxs, con el equipo con les que hacemos este archivo, con la Mariela y la Juana, con Justina, dejar que el amor de la amistad sea el que vaya hilvanando. Querer crear comunidades, así sean abstractas.
“es como que me da ilusión, es como ya de una, hagamos, así como todo. Y es una bestia encontrar como así estos espacios, como de mujeres cachas, así como la man haciendo y que esta otra man también este haciendo, y esto y esto, es como claro, me ilusiona, sí es bacán”.
Al igual que ella, el encuentro con otras mujeres creadoras nos marcaron el cuerpo, me veo en su historia, inclusive hasta cuando nombra a dos de ellas que también forman parte de mis marcas. Portales que abren la piel y el espacio, lo acarician, amplían el contorno de las yemas y su tacto. Que produce un deseo distinto, uno que te deja ir, sea en la escritura o en el sonido desde la multiplicidad de resonancias que acontecen simultáneamente. Una sensación me recuerda lo que me produce escribir cartas: una pausa que quiebra, que rasga para que nazca la urgencia del deseo, que te permite sentir la piel del otre en ese irse en sonido de la voz compartida. Hablarse. Tocarse en el timbre de la palabra: tuya, prestada, regada, disuelta. Ser gesto, gesto de amor. Resonar en un habla común, donde la extrañeza del cuerpo es oleaje y no topografía accidentada no es algo que te pasa siempre. Por eso, su resonancia directa es crear algo, extender la mano para que el afecto se despliegue y entregarle a esa otra ese pensamiento que entra sin previo aviso, precedido del instante sin palabras. Entregar un susurro de lo que se siente siempre inaccesible. Eso fue lo que sentí cuando le escribí a la Dani, la resonancia de su cuerpo en el mio.
“Y nada, como que después solo siguió pasando y me siguió gustando, y ya pues, es como que solo sigues invirtiendo en eso, ¿no?”
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