El Cuerpo

Texto: Vanessa Bonilla

Nipi yachachik kan, paypa llaktapillatanipi nimamanta munan yanapankapak ñukanchik shimi uyarin shuk llaktakunapi shuk suyupirak allikuta wiñan kay sapi

Nadie es profeta en su propia tierra a veces no hay nadie que una mano te ofrezca a nuestra voz la escuchan en otros lugares estas raíces fueron aceptadas en otros lares.

Sumay Cachimuel.

Taki ha vivido una migración permanente, vino de Colombia a Ecuador, luego pasó de lo urbano al campo, de una escena musical más citadina a descubrir con su voz el mundo andino, el rap shimi. De descubrir sus posibilidades desde ser una y ahora ser dos con su hija, con un grupo como La MafiaAndina pero también colaborando con otrxs. Este proceso no ha sido sencillo y todo ha sido atravesado por su cuerpo. En estas mesetas y llanuras de la vida que, como dice Sumay en su poesía, la voz de Taki es escuchada en otro lugares, sus raíces fueron aceptadas en otros lares. Y en esas idas y venidas ella se nutre, sufre, se conflictua, hay aprendizajes, su voz y sus canciones acogen y dicen todo eso. 

 Sobre su proceso de maternidad nos cuenta: “Estaba en la maternidad lactando, los panas se alejan de uno, no hay una red, mi familia no estaba cerca, estaba sola. Y no quería regresar a Colombia. (…) Le pregunté a un amigo si no había una casa por Cotacachi o en el pueblo y me dijo que había una casa y a los 15 años ya estaba acá, aún cuando no tenía ni baldosas. Me sentí más segura y tranquila, eso no quiere decir que no han pasado cosas densas, pero en todas partes pasa. Estuvimos tranquilas con mi hija. Me sentía insegura en la ciudad”. Un poco de nosotras, como contaba en la sección del proceso creativo, vivimos esas maternidades en soledad, pero no solo eso, también habitamos una expulsión del mundo público, como esa necesidad de la sociedad de colocarnos en un lugar oculto: en lo privado, que se encarga de cortarnos cualquier posibilidad de mantener nuestras redes, aún menos de maternar en red. Además, poco se habla de paternidades. Cuando se habla de hijxs el referente siempre es la madre y quienes ponen el cuerpo somos nosotras, ya lo decía Andrea Almeida en su relato cuando contaba la diferencia entre ser padre y madre y su reincorporación a las rutinas luego del nacimiento de sus hijxs.

Cuando se embaraza se da un quiebre radical en su vida:  “me abro de todo: panas, escena cultural, rap, rock, de todo. Pensé que me iba a quedar así para siempre, que hasta ahí había llegado y que iba ser mamá; como ya no voy al teatro, exposiciones, fiestas. Me vine a vivir al campo, estaba sola sin red de apoyo entonces vine a la comunidad”. Afortunadamente para habitar la vida privada no fue la única opción, pudo y eligió habitar el espacio público y fue la colectividad quien le ayudó a regresar:  “luego volví a tener panas, estos panas rapeaban en quichua. Ellos me alentaron un montón a que rapee. Ya tenía algunas letras. Entonces empecé a hacerlo muy bien. Empecé a abrir el proceso de La MafiaAndina, hacía parte de mí como un concepto en el freestyle y yo decía que yo era La MafiaAndina y no pensé que iba a pasar”.   

Me gusta escucharla porque me encuentro en su relato, en sus procesos más que de creación, de vida, la cuando comenta sobre su primer concierto:

“El primer concierto fue en el aniversario de la radio municipal de Cotacachi y para ser la primera vez que yo cantaba con una banda,nos fue rebien o sea fue como que todo el mundo se quedó así waw, como está man qué le pasa. Entonces sentí que así como él como dicen popularmente empecé con el pie derecho,  empezó todo bien me sentí segura, obviamente estaba nerviosa obviamente mi voz no es como  ahora,; montón de cosas, pero  era la seguridad como que estaba muy segura de lo que estaba diciendo estaba muy segura de todo y fue muy lindo y de ahí fue como que nos llamaron a otros festivales acá Imbabura.

Entonces en una de esas creo que la Caye lanzó su disco y le dije oye ya ya tengo la Mafia Andina ahora sí y me dice ya, entonces ven a presentarte en la marcha de Vivas Nos Queremos, la primera en el 2016.”

Y pienso en todas las veces que he tenido miedo de hacer las cosas y luego al hacerlas salen perfectas, hermosas y retumban en lxs otrxs, y así como a ella siento que esos logros se sienten cuando hay una colectividad que sostiene el proceso, cuando hay una audiencia que escucha y resuena con lo que dices. Taki siente a estos espacios colectivos como rituales, para ella, cada  concierto es un ritual. “Si yo no tengo mis elementos, el fuego, el altar los maíces, si es importante hago un altar, si es más under de ley llevo palo santo, es tanta energía dejas tanto y a veces te llevas cosas. Entregas tu voz a la gente, esto va madurando. Nos enlazamos en la misma energía, estoy ciega, no veo nada, pero intento hacer contacto visual desde el escenario con cada uno. Me encismismo me vuelo y hasta se me pierde la letra, empiezo a analizar mis propias creaciones en escena… en qué momento escribí esto, me trabo un segundo, y veo a la gente. Ese contacto visual que no lo tengo tan nítido, pero cuando les veo siento que se rompe esa línea imaginario de artista y espectador”. Ella misma dice que sin el público no estaría tan empoderada del proyecto y con ganas de seguir creciendo. Cada concierto es un regalo porque no es tan seguido presentarse.

Pero un vez más vamos de lo colectivo y público a la parte individual y privada, como es la sensualidad,  sexualidad y el deseo para volverlo a colectivizar, porque ella es ese encuentro, esa posibilidad de dialogar  cosas personales y lograr que esas memorias se encarnen en una y en todas. Le preguntamos que cuando escuchamos su música sentimos la sensualidad, como la serpiente,  ¿Cómo ha sido ese proceso en relación al espacio en que habitas? Ella nos dice:

“Cuando canto se me abre todo. Cuando canto y estoy en escena, tengo la sensación de abrirme. Literal de abrir mi vagina, voy a dejar que entre todo el flujo de la tierra y que salga por ahí mismo. Es el tema de la sensualidad importante. Lo hago de manera consciente, no desde lo vulgar, sino desde lo orgánico. Tener senos, manos que crean, voz suave para cantar y acariciar. Busco esas sensaciones porque las disfruto. Encontrarse con esa energía femenina que nos han mutilado, quiero proponer esa sensación. Qué bueno que lo hayan sentido. Al final no me puse este nombre en vano. Siento que es revolucionario de alguna manera, históricamente las mujeres hemos sido mutiladas de sentir placer, los hombres en cambio tienen una forma lineal de concebir el placer. La idea es sentir de otra manera, no sólo el coito es sexualidad. Sexualidad está en todo comer, como siento el agua, me acarició, en todo. Ahí podemos tener decisión sobre nuestros territorios, nuestro cuerpo. Ahí podemos entender el mundo. Eso busco en la forma en que quiero hacer la música. Hablaba con un amigo que pinta mujeres runa en otros espacios, ¿por qué las mujeres quechua tienen que ser de una sola forma? La idea es volver a la esencia. Volver a ser tierra, viento. Somos poderosos, podemos ser lo que queramos. Cuando volvemos a sentir ese poder, en la trinchera que sea le quitamos el poder a los que creen que tienen el poder. Volver a sentir placer. Energéticamente subir de nivel, no bajar, no depender del estado.  va todo de la mano. La manera en que percibimos la sexualidad, apreciar las bellezas es importante y político. Es lo que busco en mis composiciones. Los raperos no me quieren mucho, por la métrica, las barras, pero a mí me fluye la música de otra manera y qué voy a hacer. Me critican full, pero yo siento el beat de forma distinta”.

Sería interesante interpelarnos a nosotras sobre el momento en que sentimos deseo, ¿solo estamos sintiéndolo en el acto sexual con nosotras o con alguna pareja? ¿hay deseo en otros momentos de nuestras vidas? ¿podemos performar un cuerpo abiertamente sexualizado?  o ¿nos sigue atravesando la culpa en nuestros cuerpos? Cuando escucho hablar a Taki sobre ese proceso en la tarima pienso si yo tengo la capacidad de sentir este cuerpo que tengo, si puedo ser agradecida con lo que soy. Para mí siempre ha sido difícil mi relación con el cuerpo, los estereotipos y los estándares de belleza que no cumplo me han lastimado siempre, esta ha sido una lucha permanente, peleo todas las mañanas frente al espejo, a veces quiero buscar cumplir lo más cercanamente esos estereotipos y ponerle contenta a las exigencias de la sociedad con respecto a los cuerpos que deben ser. Luego habito el auto odio porque la ropa que te venden no te queda, no te ves como la modelo de la revista o el instagram, luego decido hacer todo lo contrario y provocar con mi maquillaje, mi ropa y mi cuerpo, porque estoy harta, cansada de no ser lo que debería ser, y al final logro una tregua. Los últimos años, a raíz de una colecistectomía laparoscópica y una radiografía de rodilla en la que me prohibieron correr, sentí que debía reconciliarme con mi cuerpo, así como dice la Taki, por esta voz, estas manos que nos permiten hacer cosas y vivir una vida. A veces decaigo pero intento mirarme las manos y decir, !Hey¡ estas manos son bacanes y puedo como ahora escribir para mi, para ustedes. 

Sobre la mutilación del placer y el deseo que hemos sentido las mujeres, pues solo nos queda revelarnos en colectivo, pelear por nuestros derechos y ensayar formas de sentirlo, nadie nos ha enseñado, la educación en derechos sexuales y reproductivos son escasos, no hay un política pública y hay demasiada ingerencia de la iglesia sobre cómo hay que sentir y habitar la sexualidad. Además de una mirada muy misógina y machista de la que constantemente tenemos que liberarnos, desde que crecemos, en la escuela y luego en nuestra vida adulta, si decidimos casarnos o no. Lo lindo de la Taki es que vuelve nuevamente a esa vida en colectivo y colectiviza también el deseo y la sexualidad. 

Finalmente, para cerrar este relato nos interesa saber cómo ella ve la relación entre ella y otras mujeres y su comunidad. Ello nos cuenta:

“Hay una realidad dura de matrimonios que se casan jóvenes y no han sentido placer porque se ha cortado. Mi relación es plena. (…) Cuando hay momentos de relacionarse y conversar se hace, pero meterse mucho en lo que pasa en cada casa no es lo mío. Pero las jóvenes sí se proyectan en mí, entonces son cosas del ejemplo. No siento que me miren con ojos moralistas y prejuicios. Ya llevo 8 años acá y nadie me dice nada, no me han dicho algo hiriente ni se han metido en mi vida. Siento que ven a mi hija y ven que soy consciente. Pero sí las vecinas vienen a contarme conflictos humanos, pero doy el apoyo y esa es la razón de fondo por la que estoy acá. Sí me han pedido ayuda por violencia y les acólito. No hay una red de apoyo para las mujeres rumanas que han sufrido violencia, pero siento que sí hay mujeres que cuentan conmigo. Y con los hombres tengo una relación buena, yo acá llevo 3 años siendo capitán y nadie me ha dicho nada. Y yo les cuido también a las mamás. Con los hombres también hay que conversar del placer, de ser sutilmente. Con los chamos es más fácil. Es bacán porque algo de mis canciones les queda”.

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