El Cuerpo

Este extracto está tomado de la carta que le escribí a Mariela y que está publicado en la Revista Sycorax como parte de la reseña de su disco Ábrete Sésamo [1]

Mar de Mente

Algo similar a lo que me pasó cuando en el libro Los Senos Maravillosos encontré esta imagen, me pasa con tu música.

La imagen empezó a latir. Mis dedos de niña cortados por las hojas de un libro de arte viejo volvían al rojo de una imagen a la que entre una y otra vez. En ese acto de sujetar el pezón de la otra yo encontraba un gesto distinto al resto de pezones renacentistas de ese mismo libro. Quizás en esta ocupación de la memoria descubro que la culpa que mis senos nunca hayan sido tratados con animalidad y siempre tocados con una peculiar suavidad, seguidos de una analogía pictórica, es culpa del Arte y no de esos hombres con una curiosidad por la pintura con los que me gusta acostarme. Puta historia masculina del arte, hasta en mis tetas condiciona su tacto y mi gusto por un cierto tipo de hombres. Vuelvo otra vez al cuadro mientras escucho Mar de Mente y el latido de la imagen abre los poros de mis areolas, se expande y desciende. Y todo late: la imagen, el dedo cortado, los poros, mi vagina, los registros bajos, el placer de mi ojos viendo a esos otros convertir mi torso desnudo y en movimiento en un objeto de la vista. Y entre la música y mis recuerdos pienso como el gozo se despliega cuando el dolor se inscribe.

Sonido