Proceso Creativo

Texto: Isadora Ponce
“yo siempre pienso que es como un jardín al que tú le vas poniendo semillitas, el jardín del universo musical que se va nutriendo con el tiempo y con la vida, con cada vez que escuchas más música, con encontrarse con otros músicos, con vivir experiencias como las residencias artísticas, como que te vas encontrando con universos que dices: ¡que lindo esto! yo también quiero esto para mi jardín y lo vas incorporando”.
Si el sonido para Grecia contiene el sentirpensar de una persona, entonces, el proceso de transducción de este está directamente ligado al cuerpo. Para ella, la composición es una necesidad física, la respuesta a una afectación: “desde la primera vez que compuse algo fue por una necesidad, es como que te trabas en la vida, algo se traba y si no sale eso no puedes seguir, sea algo negativo o positivo”. Esa respuesta al afecto que no puede ser completamente capturado por el lenguaje y se expresa en esa intensidad que te lleva a la acción, a la experiencia como gramática del cuerpo que te resuelve en algún tipo de movimiento (Cimini y Moreno 2016, 27,28). La escucho hablar de cómo compuso el Hueco de la Montaña desde esa emoción que era ir Montevideo o un tema de la Mala Maña luego de ir a un concierto hermoso: “con tanta onda que llegué a la casa y no podía dormir y tuve que levantarme a componer” y pienso en la similitud de nuestros procesos creativos, como mi escritura de sonido ha venido siempre luego de esa afectación vivida y sentida en algún conciertos o en la escucha, pero también en esos encuentros con libros o personas que me llevan a que la mano quiera ser escrita, a abandonarme en un deseo sin forma que busca inscribirse en cartas que envio, a veces sin conocer a la persona. El afecto como diálogo donde existes en la resonancia del otre, resonando la subjetividad mestiza que habita en ese “yo entre varios” (Laplantine y Nouss 2007, 34), como ella dice, “crear es como compartir, compartir un poco de lo que tú eres y crear también es existir”.
Cuando le preguntamos sobre sus procesos creativos al principio ella nos cuenta que no tiene un método fijo, sino que la música al ser una estructura cultural está conformada por varios universos a los que uno va accediendo con el tiempo. Sin embargo, a lo largo de nuestra conversación hay un entendimiento de la música como lenguaje. Lenguaje con el que uno se comunica desde las formas en las que les son más comunes o próximas y dependen de esa afectación. En su caso, ella llegó al “mundo de la melodía” a través del canto y el violonchelo, que como dice “lo melódico está súper despierto, lo tengo muchos años. Después llegó a mí el universo de lo rítmico a través de acercarme a los tambores, ahí se junta esto de lo melódico y lo rítmico y ya tienes como varios elementos, no? y después quizás el universo armónico, ese es el que yo más he tenido como dificultad de acceder pero es el que quiero, es lo que aun no tengo tan desarrollado, lo más reciente. Hay otros universos que tienen que ver con los conceptos, que son quizás más de otros lados del pensamiento que de lo musical específicamente”. Este contacto con sus distintos universos hace que generalmente su proceso se de en este orden: canta melodías, va imaginándome rítmicamente como serían acompañadas y luego, en un proceso de “laboratorio”, empieza a ponerle acordes “como una niña chiquita, aprendiendo algo nuevo, es como estoy desarrollada acá pero acá soy un bebito, entonces me toca tenerme paciencia, buscar ayuda, complementarme con otras personas, pero sobre todo, tenerme paciencia”. Poder dejar a un lado autoexigencia que está tan presente en todas la mujeres de este archivo y dejarte ir en ese sensación que ella dice se despierta casi momentáneamente al empezar a componer: “generalmente cuándo empiezas a componer en 5 minutos ya te sientes increíble, es una huevada muy hermosa, pero yo creo que no ha a todos nos pasa igual, hay muchas personas que juzgan, hay momentos donde nos juzgamos mucho, pero también luego dices no me importa solo voy a escribir. Pero cuando he soltado un poco el tema ese de ser demasiado exigente se ha vuelto una cosa bien bonita”.
Si bien hay formas más cómodas para el cuerpo, la experimentación está siempre presente. La búsqueda de nuevos caminos y que en ellos los procesos vayan cambiando y modificándose florece “cosas lindísimas”, como nos dice. Por ejemplo, nos cuenta que le hizo una canción a su hermana Manuela donde empezó con el piano y la armonía y luego enseguida salió la melodía junto a la letra. Otras veces empieza por el texto, como la canción que se llama La virgen y el volcán, donde una noche dijo: “quiero escribir una canción que hable sobre eso, me desperté a las 5:00 de la mañana que es mi hora como más mágica y escribí todo el texto, después tipo 8:00 ya estoy usando la melodía, poniendo los acordes y a las 10 agarro lo que tenga y me voy donde mi productor para decirle tengo esto nuevo para que podamos trabajar. Eso, como que tengo varios varios caminos por una necesidad, porque cuando digo quiero escribir una canción sobre esto, es una necesidad de contar esa historia”.
En el caso de la interpretación, cuando no son sus obras, también existe esta relación familiar con el lenguaje musical que requieren del afecto como punto de partida, pero ligado al contenido de lo se que canta, que normalmente se da sea con el texto de la canción o con alguna idea musical y formas de interpretación que le atraviesan. “Generalmente me fijo mucho en la poesía, en lo que quiere decir la obra, me puede gustar muchísimo una obra pero si es racista no puedo cantar […] hay ciertos valores que no se negocian y es por eso que me ha costado tanto ser chauchera, no puedo interpretar cualquier música por dinero…música comercial que considero no proponen nada, ni estéticamente ni poéticamente”. Esa aproximación al texto y al música que le atraviesa implica para ella un proceso de traducción de llevarlo a su cuerpo, que en un principio empieza utilizando la imitación: “cuando eres estudiante copias y copias para ver cómo lo logras y entender técnicamente, acercarse al universo sonoro de esta persona”, proceso que lo hace al odio más que leer por su acercamiento con la música popular que le abrió la transmisión del sonido desde la oralidad. En este proceso no solo le da acceso a la técnica sino le brinda ideas musicales que luego en el proceso de asimilarlo y hacerlas suyas las utiliza e incluye en su interpretación, pero desde el “cómo lo haría yo, como lo diría yo”, donde para ella es fundamental la asociación de eso que habla la pieza con un momento suyo vivido. En ese proceso la canción deja de ser de ese otre y se vuelve tuya “como que empiezo a sentir de verdad desde mi propio imaginario, ahí yo siento que la interpretación es viva cuando le puedes poner también tú mundo, ahí se da realmente la interpretación”.
Esa naturalidad en el lenguaje que parte de la vivencia del cuerpo también está presente en su relación con los instrumentos y el espacio. Si volvemos a su relato de niña cuando recién ingresa a la escuela y tiene su primer contacto más “formal con la música”, vemos que ese pasar de un instrumento a otro, como el lugar donde mejor se siente, se mantiene en ella. El lugar donde nos recibe: su sala que a su vez es su estudio, es un espacio que se nota cuidado y amado por los detalles que se guardan en las plantas, los cuadros, los objetos, los libros, que miran al paisaje y los grandes ventanales te hacen sentir parte de esa vista a Guápulo, que para les Quiteñes tiene ese romanticismo inexplicable. “El espacio más hermoso de tu casa, donde más quieras estar” que para ella es fundamental para crear y trabajar está rodeado de distintos instrumentos, “me pasaba desde chiquita con el chelo, siempre ensayaba en la sala de la casa de mi vieja con un cuadro en una pared súper linda, con la chimenea, entonces como que me acostumbre a siempre tener la música no en el cuarto escondida sino más bien en el mejor lugar de la casa. Es el lugar sagrado, el mejor lugar debe ser ese, el mejor lugar de mi vida y de mi casa […] Además del espacio es el tiempo, las mejores horas del día, las más activas, las horas con más energía y vitalidad esas son las horas que yo decido cómo trabajar”. Y mientras la escucho no puedo evitar otra resonancia en nuestros procesos, la necesidad de construir ese espacio sagrado ligado a lo que para nosotras es bello y cómodo que se remite al hogar con nuestras madres y a la necesidad de tener paisaje, horizonte como ese aire que mueve las ideas. Mi lugar de estudio también era la sala de mi mamá abrazada de cuadros, violetas y un luz cálida que sin importar la hora producía el mismo calor, en el que cada desvío de la partitura terminaba en alguno de esos objetos o en el Pichincha que soplaba mi espalda con el perfil de mi mamá pintando en una mesa de madera llena de manchas: “su espacio sagrado, su lugar de trabajo”, como nos decía a la Mariela y a mí cuando hicimos Fragmentos Sagrados y preguntamos a varias mujeres en qué lugares de su casa se sentían mejor.
Ella encuentra en los instrumentos una puerta de acceso a diferentes universos sonoros que le sirven de compañeros en la composición: “he compuesto música para algunas pelis y digo: mierda qué hago, entonces me siento con el chelo y empiezo a explorar y ahí sale una cosa que empieza a salir…no se la percu es una cosa, el piano otra, el chelo, el canto, son diferentes maneras de hacer sonido”. No obstante, el canto es su instrumento principal que se liga a un tema de identidad donde su cuerpo es visible para los otros y resalta en el ecosistema musical: “Yo creo que con el que más conecto es con el canto, y también creo porque por el tema de industria y el tema comercial en el Ecuador, porque pararte a ser la cantante es más fácil que pararte a ser la pianista. Te complementa la voz y la palabra, es decir, esto soy yo, me llamo así y estoy contando esas historias, como que es mucho más directo la conexión con el otro ser humano ¿me cachas?. Entonces creo que decidir el canto ha sido una cosa bien… sabes que, esto nunca lo he pensado, pero en el mundo de lo instrumental hay tantos hombres que tocan tan bien que para que voy a tocar el piano si le puedo llamar al Pacheco, que además es mi amigo, que le llamas y pasamos bomba. Para qué voy a tocar el bajo si le puedo llamar al Alex Alvear, es esta cosa de hay músicos que digamos que están disponibles para mí, es como que aquí estoy, llama a tocar. Pero en cambio no hay otra cantante, no hay otra Grecia más que cante -o sea como lo mismo que yo quiero cantar, lo mismo que yo quiero decir- entonces, también es como que por el tema de la voz y la identidad.
Identidad que en ella se reafirma en su comunidad de músicos, los cuales son parte fundamental dentro de su proceso creativo que colaboraron con sus opiniones y arreglos, pero sobre todo nos cuenta sobre la figura del productor. Para ella, la relación con este es afectiva y de confianza, una persona que está ahí “para darte lo mejor de sí misma” que toma decisiones importantes para mejorar las cosas, pero que a su vez te respeta y te considera artísticamente, como nos cuenta en su experiencia con su productor actual Miguel Sevilla: “es un músico increíble y sobre todo un ser humano alucinante. El man nunca me ha hecho sentir que yo no puedo por ser mujer. Sobre todo ese es uno de los motivos porque yo escogí trabajar con él, porque hay panas bacanes y todo pero como que al rato de tomar decisiones por poco y ni te regresan a ver o sea como que si hay jerarquía. Entonces el Miguel me valora mucho artísticamente, él me acepta como soy y con mi visión de la música y me ayuda a dar lo mejor de mí. El encuentro con varias mujeres de este relato, al igual que nuestras entrevistas en el proceso de diagnóstico, nos han mostrado lo masculino del campo de la producción y como en este espacio la inequidad de género y relaciones de micromachismos son muy fuertes. Si bien en la esfera interpretativa, instrumental hay varias mujeres, en este campo es limitado y son muy pocas las mujeres que se animan a sumergirse en este campo, por más de todo el conocimiento que guardan, inclusive en músicas como la Grecia que tiene una larga trayectoria desde hace mucho tiempo “ por primera vez en mi vida voy a ser la productora musical de un proyecto que se llama la Huirachura de Tania Sánchez, estamos trabajando con una banda de chicas, como ocho chicas y dos chicos. Estoy trabajando con un equipo de mujeres y yo soy la productora, entonces, el mismo rol que ocupa el Miguel en mi proyecto yo ocupo en el proyecto de ellas, y a mi me gusta trabajar con él porque aprendo full, porque todo eso lo uso para trabajar en el proyecto de Tania”.
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