El cuerpo

El cuerpo femenino
“Mis huilcas, mis huilcas doradas hermosas, son un símbolo de la mujer indígena, un símbolo cultural, me las regaló la Ana Cachimuel el día que lanzaba mi disco. Entonces, cuando yo me las pongo me siento honrada de su amistad, de lo que ella me ha permitido: entrar a la comunidad de la mano de alguien que te enseña y también te pone límites desde la cosmovisión de ella y de ellos”.
El encuentro con ciertas mujeres a ella, al igual que varias mujeres de este archivo, la transforma, abre nuevas posibilidades de entender el sonido desde lazos afectivos que generan amistades que se vuelven pilares para la vida. La Ana para la Grecia es su amiga con la que comparten su música e intercambian saberes: “Yo le digo Anita estoy haciendo esa canción y quiero decir esto y el otro, yo escribo la poesía en español y ella la traduce a su manera y reinterpreta en quichua. Ella es capa en la poesía entonces conectamos super bien en ese intercambio de cosas, la anita viene acá y me pide cosas del canto, ejercicios, es una cosa de estar todo el tiempo colaborando y apoyándonos […] Ha sido bacán desarrollar una amistad genuina con una mujer a la que le interesa también ese compartir cultural y este desarrollo cultural”.
Una amistad que las llevó a crear el Encuentro de mujeres cantoras Sinchi Warmikuna, un proyecto que lo vienen desarrollando durante seis años, lleno de aciertos y errores en el que van aprendiendo con el tiempo y no dejan de preguntarse en qué fallaron, qué hicieron bien[1], porque como nos dice: “no entramos sabiendo” y ha sido gestionarlo desde ese espacio, desde el hacer, que “así sea que está atravesado por varias lógicas de la colonialidad, estamos trabajando por algo más urgente que por ahora es que las mujeres no dejen de hacer música. No porque tuviste un guagua y te casaste debes dejar de hacer música”. “El tema de la profesionalización y el reconocimiento implica que las mujeres continúen haciendo y se justifique que salgan de la casa un rato”. Nos cuenta que desde su vivencia con muchas de las compañeras por más que “tocan el violín y canta lindísimo, con mucho talento extremo, nadie paga por su educación y aprenden como pueden, y después se casan y si no tiene que salir a tocar porque no tiene un contrato dejan de tocar música, porque las mujer tiene que dedicarse a la casa y tiene que dedicarse a los guaguas […] Hemos visto como nuestras compañeras super jovencitas nacen sus guaguas y dejan de tocar”. Entonces para ella, la Ana y la red de mujeres que se articula a este proyecto, es la manera que han encontrado que surja el “espíritu de la música que te da ganas de vivir, de continuar con todas esta falacia, te fortalece el espíritu” con cada cada taller, ensayo o concierto.
Esa necesidad en ella de que la música permee todos los espacios y que las mujeres seamos una parte con nuestras propias formas de entender la música se relaciona con sus vivencias y el proceso conflictivo y contradictorio que implica habitar un cuerpo feminino en el espacio musical local. Desde pequeña la ausencia de mujeres, sobre todo el espacio clásico era un malestar latente, más aún cuando su primer contacto y referente con la música fue su mamá.. Nos cuenta que a sus profesores del conservatorio siempre les preguntaba ¿y las mujeres? ¿dónde están? a lo que ellos le respondían que si le interesa busque y consulte. Esa ausencia siempre la llevó a estar pendiente, en constante búsqueda desde diferentes espacios. Por ejemplo, nos cuenta que un libro le marcó fue Música Bruja: la mujer en la música donde descubrió la relación entre los instrumentos y una feminidad impuesta, “el piano porque no me puedes sacar de la casa, el violonchelo no porque cómo ibas abrir las piernas”. En ese texto encontró la relación la mística, la naturaleza con el cuerpo femenino, el poder de brujas que eran mujeres creativas y siempre estuvieron ligadas a la música, y “esa magia y poder ha sido justamente silenciado”. Otro ejemplo son sus playlist preferidos, donde son más de cincuenta musiques, casi en su totalidad mujeres, pero mujeres reales “músicas profesionales, buenazas, con un nivel musical altísimo que viven bien de la música”.
Su vivencia en Argentina marca el contacto con un ecosistema musical lleno de mujeres donde como ella dice “ no te sientes ni especial, ni rarita, ni loquita, sino más bien pez en el agua” ya que no solo estás rodeada de mujeres donde todas tocan, sino que estas en un espacio en el que “la mujer mata todo, es una estrella”. Nos cuenta de Bibi Poquebón, una de sus referentes más importantes, que es una “percusionista que grabó con Ruben Blades y es una grosa y allá la aman. Yo era su corista”. Más aún en los espacios del candombe, donde además de descubrir un nuevo universo musical distinto al que ella venía (violonchelo clásico), vivió un mundo puramente femenino. Nos cuenta que por ejemplo que en el 2020 participó en un encuentro de tamboreras, organizado Bibi “dónde habían más de cincuenta mujeres percusionistas, solo mujeres, todas musicazas, super políticas, feministas, orquestas enteras de mujeres, todo mujeres”.
Un ecosistema completamente distinto a lo que vive acá: “generalmente en muchos espacios el tema de la mujer, del cuerpo femenino y de la presencia femenina es súper objetivizante, osea es ah la man es guapa, tiene cuerpazo, el tema de tener una buena cara para la banda, o de tener un buen cuerpo para la banda, o bueno no es tan buena pero está buena, ¿entiendes?”, que si bien ella como dice : “no he sido la más guapa de Quito y mi manera de relacionarme dentro de los pasos musicales no ha sido desde el lado de “me voy a ganar porque soy guapota”, el machismo existe desde otros aspectos porque como nos dice: “el machismo nos atraviesa a mujeres y hombres y para mi es cómo te relacionas y cómo te compartes, cómo y desde donde te vinculas, y en mi caso yo siento que me ha tocado mimetizarme, hacerme varoncito. No se en grupos como los Bueyes de Madera me tratan como que fuera otro varón, y eso es lo que me ha tocado a mi para poder estar de igual a igual. Yo siento que a mí me ha tocado dentro de eso espacios demostrar para ganarme el lugar: demostrar primero que estoy disponible”, por ejemplo esto se refleja en los ensayos, donde nos cuenta que siempre dices que sí, sin importar la hora si puedes o no, el no intentarlos cambiar.
La competitividad entre mujeres es otro de los aspectos que ella los siente y remarca en su quehacer: “es una escena competitiva pero mi estrategia siempre ha sido como acercarme, pero no siempre recibido receptividad por parte de las mujere […] yo percibo que se despiertan también como inseguridades académicas y no académicas” que para ella pueden darse a veces por su formación académica que le permite tener más herramientas como leer partituras, lo cual ya es una suerte de “ventaja”, “es comos saber leer”, pero otras por la naturaleza precaria de los espacios y las oportunidades culturales: “estamos en un entorno de tan poca oferta de oportunidades que te vuelves una competencia con tu pana del alma que está al lado, entonces mentira yo soy competencia, entiendes? es una cuestión de oportunidad”.
En su recorrido ha tenido varias discusiones y su “escapé siempre ha sido confrontar, muchas veces he tenido que pelearme, patear mesas, votar cosas o sea es como que he tenido mis confrontaciones en el tema de de género en estos espacios en el que hay muchas muchos hombres que no cachan” hablar y discutir para que aprendamos aunque como dice es complejo porque a veces ya no vale la pena discutir cuando la brecha es tan grande. Sin embargo a la vez también ha “tenido la suerte” de estar y compartir espacios con “músicos muy chéveres, muy sensibles, me ha tocado la suerte de tocar con gente bacana que me valoras como persona y música”.
[1] Una de las cosas que hago es hacer sus proyectos y gestionarlos para tener el financiamiento para poder grabar sus videos. Y obviamente comparto su trabajo en mis redes sociales, creo que eso es lo que yo puedo hacer desde mi lugar. De ahí obviamente el público que está en sintonía con mi trabajo recibe eso desde mi voz, desde mi canal de comunicación. Por ejemplo, muchas de las veces las compañeras que graban sus videos no comparten, pero creo que son otras lógicas que tal vez nosotros estamos más en sintonía que las compañeras de la comunidad”.
“Por ejemplo, muchas veces la he cagado, como en el segundo encuentro que aparecí en todo lado y todo con todxs, y eso no cache hasta que pasó. Al mismo tiempo te llaman a tocar y como no hay plata lo que haces es poner el grano de arena desde mi lugar. Pero con el tiempo he ido aprendiendo cómo ocupar diferentes roles en estos distintos proyectos, y poder nutrir los proyectos desde mi conocimiento y que estos me nutran a mí”.

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